Si uno tiene la suerte de poder comprarse un auto, y la mala suerte de que no más te alcance para uno usado- aunque sea lo menos posible- tendrá automáticamente que entrar en contacto con lo que se llama normalmente el «mécanico». Y esto puede ser buena o mala suerte.

En realidad como hoy por hoy los autos llevan computadores y cosas por el estilo, acá el título oficial se transformó en «mecatrónico» de automóviles. Pero sigue siendo una cuestión de suerte el encontrar aquel que tenga idea de que le pasa a tu auto.
Además y en general, (sin querer ofender) la actitud: «con mujeres no hablo, no tienen idea de autos. He dicho», hace casi imposible mi relación directa con los mecánicos, y prefiero poner un xy de por medio para asegurarme que mientras le dirija la palabra a él, yo pueda escuchar y entender. Y si tengo preguntas se las paso al xy de turno, y él se las hace al mecánico. Entre ellos si se hablan, aunque no siempre se entiendan.

A mi me gustan los motores, pero como con el fútbol, nunca me ha tocado un hombre al lado al que les interese y los pocos que conozco que si entienden de esas dos cosas tengo primero que convencerlos de que realmente los escucho y de que realmente tengo un par de cursos de física y química- y cerebro- y que soy capaz de entender ciertas relaciones, antes de poder iniciar una conversación al respecto.

Por lo antes dicho, dejé que fuera mi marido el que le tradujera al mecánico que el auto perdía líquido del radiador. Cuando volvió, me dijo: Cambio de tapa. Cuál?, pregunté. «Esa de adelante.» Me callé la boca y pensé, ojalá tengamos suerte, porque mucho análisis no hicieron estos seres que la naturaleza a dotado de tamaña capacidad de análisis racional.

Cuando empezó a gastar mucha agua, le cambiaron la bomba y me explicaron que estaba rota. A esas alturas y con manual en mano empezó mi alegato de que no, que aquí los cilindros tenían algo que ver, que vieran el gasto de aceite!!!

Los dos xy me miraron con asco y decidieron que el gasto tremendo de agua a pesar del cambio de la bomba, era cosa de un poco de aire en el motor… nada tremendo. Es que ya se sabe, las minas son de exageradas.

Lo único que lo intranquilizó fue que le dije que tenía una mala corazonada, y que mejor tomaramos un seguro extra. Eso si le pareció bien, que yo tuviera una corazonada, eso es normal, eso si que me lo atiende. Tomanos un seguro extra.

Así nos fuimos de viaje a Francia. Nosotros volvimos, el auto no. Yo tenía razón, era el motor.

Que mierda que las mujeres seamos tan intuitivas!