Parto a la carrera. Estoy atrasadísima.
Dije que le cuidaba el niño mientras ella hablaba con la de personal.
Ella tiene que arreglar papeles que le permitan volver a trabajar en cuanto encuentre una plaza de sala cuna para el niño.
Ni me fijo en la lluvia, llevaba ya 3 días de llovizna asquerosa. Cualquier día despeja.
Me meto por el estacionamiento de los camiones y de las cargas y descargas. Allí no hay vigilante y no tengo que buscar el pase que alguna vez me dieron para el estacionamiento de la entrada principal y que no sé donde puse.
No quiero atrás, quiero lo más cerca de los edificios. Avanzo y avanzo y lo único que encuentro en primera fila está al lado de un árbol.
Me meto decidida y allí quedo. Las ruedas giran sin llevarme a ninguna parte.
Me bajo y miro: barrial y ruedas, barro y ruedas que ruedan.
No hay tiempo para pensar. Luego pienso. Mejor aún, que piense el mayordomo, que ya lo encontraré en alguna parte.
Corro a fotocopiar. Si, antes del bebé tengo que fotocopiar, después tengo clases, necesito las fotocopias. La culpa es mía, vengo tarde.
La culpa es más mía aún cuando veo que está ocupada la máquina y la otra tiene un código que olvidé en cuanto me lo dieron y volví a olvidar en cuanto me lo repitieron. Ventajas de la discalculia, el olvido es total si se trata de números. Pero todo va más rápido de lo previsto, me toca eso si, cuando ya no queda papel. Abandono.
Pregunto por el mayordomo y me dicen que hay que llamarlo al móvil. Abandono.
Después de clases, cuando mi look ya no importe me meto al barro y arreglo el entuerto, me prometo. Cosa de física básica, necesito un poco de tracción me digo. Orgullosa de mi inesperado valor y mi racionalidad de colegio.
Corro a recoger al bebé.
El y yo paseamos por el campus y ahí en medio del campus se me ocurre que recoger un par de cartones y ponerlos bajo las ruedas ayudaría. No ahora, más tarde cuando salga de clases.
Sigue lloviendo, pero ni a mí, ni al bebé nos importa. Impermeables, él en su carrito con plástico incluido y yo en ropa adecuada, damos unas vueltas y recojo un par de cartones y hasta encuentro el container del papel viejo del campus. Me salvé pienso.
Y pienso, como si la situación no me hubiera demostrado ya lo contrario, que en una de esas tengo suerte y para de llover, sale el sol y lo seca todo. No estoy loca, el clima es así en este país, más que frío es inestable.
El niño me tranquiliza, me da ritmo, me ubica. La magia de los niños. Me encantan los niños y más si son cercanos como este. Me acepta y apenas me conoce. Lo beso y paseamos. Me recuerda lo importante y me hace olvidar lo superfluo. Aquí y ahora. Algunos estudiantes me preguntan si hoy hay clases, contesto que si. No explico nada sobre el bebé. Este bebé no tiene nada que ver con ellos. Aquí y ahora.
Devuelvo al niño, comento las novedades de mi amiga y las de personal, nos despedimos y yo vuelo: las fotocopias, la clase, cambio de grupo, libros, clases, pausa, clases y por fin, la hora del barro.
Me voy derecho al container, saco los cartones que puedo, y mentalmente me despido de mi falda ajustada pero seria y mi camisa blanca, de las medias verde-azules a juego con la chaleca larga de lana del mismo color. Por suerte llevo botas y sin tacón. ¡Allá voy!! Ya me siento orgullosa de solucionar solita mis cuentos.
El auto queda hecho una mierda con el barro que salta. La tracción es delantera y tengo miedo de chocar con el árbol, para atrás no hay caso. Me bajo.
Ahí es donde lo veo. Y me ve.
Un señor de unos 55 que viene a buscar una manzana a su auto.
“No hay que meterse al barro.” Me dice serio y en serio.
“Ah! Mire ud. Hasta ahí con la conclusión de esta aventura, llegué hasta yo, fíjese.” Le respondo en el alemán más rebuscado y limpio del que soy capaz y que en casos como este me sale siempre impecable. Gracias a dios por el don de las lenguas. Y por mi altivez capaz de convertir al príncipe de Asturias en un gusano de tierra bajo mi mirada, también es un don. No necesito insultar. Ni grito. Además, no tengo tiempo para pendejos. Me digo en el colombiano de mi amiga.
Sigue lloviendo.
“No”- me repite- “si le digo que no hay que estacionar en el barro…”
“Y yo, le entendí, y le digo que esa conclusión ya la saqué yo a la vista de los hechos.”
Estoy en la facultad de ingeniería ¡mierda! Un poco más de respeto científico, vaya afirmaciones más piñuflas las de este señor.
Por otra parte, me empiezo a preguntar si ya no soy tan atractiva como para que un caballero coquetamente me ofrezca ayuda, o por último, si mi elegancia de profesora de lenguas me deja en la estacada. Yo que me creía de buen ver y arregladita. ¿Por qué no funciona cómo debería?
Pero, justo esa es la pregunta: ¿Cómo debería funcionar? ¿Cuáles son los parámetros?
Voy a buscar más cartón y dejo al viejo de la manzana digiriendo mi última respuesta.
Cuando vuelvo es que sucede el milagro. Aparece un caballero. Si, un caballero. Qué me pregunta gentil, si necesito ayuda. A esas alturas mi orgullo se me fue a la punta del cerro y le dije que SIIIIIIII. Que claro. Sobretodo algo de experiencia en estos casos. No me cuenten a mi que solo a las minas nos pasan estas cosas.
Se bajó de su corcel… digo, auto y estaba analizando cuando aparece el tipo de la manzana otra vez, eso si: lleno de ¡trapos!!! ¡Si! Trapos. La facultad es de Ingeniería Textil, trapos hay más que cartones.
Me los da diciéndome: “Tome, a lo mejor esto si mejora la tracción.”
El caballero por mientras decide que lo mejor es ir para delante, que haga una gran curva alrededor del árbol y que ellos DOS empujan.
Después de poner todos los cartones y trapos- yo, moi of course- y del empujón de los susodichos, salgo. SALGO.
Estaciono un poco más allá, bajo doy las gracias a todas las partes y se disuelve el meeting.
Ya solo me quedaba recoger todos los cartones y pedazos de telas y botarlos separadamente, papel y basura residual, en sus respectivos containeres como corresponde. Me costó encontrar el de la basura residual, pero no quiero que el viejo de la manzana me denuncie al decano por dejar todo tirado. El barro me lo llevé puesto.
Me fui a casa con el auto asqueroso, las botas ídem y pensando en las 7 diferencias de vivir un accidente así -pónganle- en Santiago de Chile. 1: No tuve que darle mi teléfono al caballero, ni 2: una propina al de la manzana. Me faltan 5.
23 comentarios
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Lunes, mayo 24, 2010 a 11:07 pm
ZoePé
Es desopilante, Pal. Gracias por las carcajadas que me largué.
Y un beso.
Martes, mayo 25, 2010 a 10:33 am
Pal
Qué bueno que te dió risa. Eso me preguntaba yo, qué pensarán los que lean. Y Zoe? qué pasa allá si te pasa algo así??? quién viene? qué pasa? Lo que relato es típico por acá.
El tipo que te viene con la “enseñanza obvia” y a quien odias por bruto y obvio que después te ayuda y tú no sabes si seguir odiándolo por bruto o quedarle agradecida por ayudarte cuando tu ya lo habías hasta maldecido. Te diré algo más: puedes hasta maldecirlo de palabra y hecho, el igual te va a ayudar al final. Nunca entenderé como funciona, solo que como no entiendo, tampoco puedo juzgar a plenitud.
Lunes, mayo 24, 2010 a 11:38 pm
Linda
Que bien que todavia hay caballeros! y Alemanes (sin generalizar)no vaya a salir uno que los odie y luego diga que los ama (jijijijij)
Besos Pal.
Martes, mayo 25, 2010 a 10:35 am
Pal
Si, los hay.
Pero el caballero y el ordinario, los dos me ayudaron, que conste.
Es como le cuento a Zoe, no se por qué el ritual es como es acá.
Y por allá? que pasaría?
Ya sabes, me faltan 5 diferencias.
Martes, mayo 25, 2010 a 2:54 pm
cleira
Pero no me has contado esta historia!!!
Vaya aventuras que te pasan en la uni y yo por ahí dando vueltas y sin echarte una mano a la rueda.
Avisa la próxima, vez y nos ligamos al de la manzana juntas.
Martes, mayo 25, 2010 a 6:07 pm
Pal
Juajajajaaaaaaaaaaaaaa!!!! Cleira, solo me habrías faltado TÙ en esta historia!!! juajajaja ya te veo yo en escena, juntas en el barro y los tipos, uno -muy charmante el, pero- dando instrucciones, y el otro con sus trapos y sus “observaciones naturales”.Menos mal que no estabas, porque te ponen a empujar. Fírmalo.
Al de la manzana habría que haberle dado una, pero para darle las sentidas gracias a la siguiente. Esa es la contradicción en este país… Qué mundo de marcianos es este a veces para mi.
Si, fue un día de aventuras, total.
Y todavía me quedaba el super y arruinar la cena. Porque a esas alturas ni la cena me salió bien: calamares congelados para el horno y una lechuga. Mis neuronas no daban pa más. Desastre, todo horrible.
Ah! y al Cesar lo que es del Cesar, ya ves que te tomé la frasecita: “de buen ver”. Me encanta, ya sabes. queda pagado el copy right.
Miércoles, mayo 26, 2010 a 8:59 am
Luisa
Me encantó tu día. No que te llenaras de barro ni nada de eso, sino todo lo que se desprende de allí (de los escasos 10 minutos de internet que me puedo y quiero permitir estos días de alergias y asmas,preferí venir a visitarte a ti, a So y a Gabu) -tengo como chorrocientas notificaciones en fb que no quiero ni abrir,temo que sea como abrir una puerta de clóset y que se me vengan en tropel en cuanto lo haga-. No me equivoqué.
Eso sí, me voy cansada de tu día sin parar y pensar siempre en el siguiente paso sin descuidar el que estás dando.
Un abrazo.
Miércoles, mayo 26, 2010 a 10:57 am
Pal
Si, fue un poco relleno el día ese… pero no te vayas sin contestar: Son normales estos tipos? es normal la escena? (para tí, por supuesto, porque por acá esto le pasa acualquiera.) Cómo sería por allá?
Eso si, cuando puedas, las alergias son terribles… qué se mejoren!
Gracias por la preferencia… :)
Miércoles, mayo 26, 2010 a 2:58 pm
Pablo
Tengo 2 diferencias más: por ahí acá aparece un cana y te coimea por estacionar mal y puede ocurrir también que el estacionamiento cierre y/o abra antes o después de lo que dice el cartelito del horario.
¿Discalculia se llama? mirá vos tantos años de padecerla hasta que por fin tiene nombre.
El tipo de la manzana tiene razón, no hay que meterse en el barro, y caballero lo que se dice caballero es el que dispone galantemente su saco bajo las ruedas hasta que traccionen.
Miércoles, mayo 26, 2010 a 3:28 pm
Pal
Yo no estacioné mal! … es decir, no ilegal, claro que peor, lo que se dice peor, en realidad no habría podido hacerlo.
Y JUAS! eso lo de la coima, bien… cierto… juas! Lo del cartelito, acá te pasa que llegas 1 segundo más tarde y CAGASTE. Y no hay coima que te salve, y ahí te digo, no sé que es pIor, a veces me gustaría la posibilidad de una coimita poca.
Discalculia: mira los test de diagnóstico de la discalculia en internet y si te pasa como a mi, que te reconoces de pronto y lloras, avisa, que ya sería demasiada la coincidencia. (Ojo que yo era buena en mate, mi problema SOLO son los números.)
Los tipos de la manzana, siempre tienen razón, lo que no tienen es ni sensibilidad, ni educación tampoco. Pero solidarizan igual, de una manera de mieeerrrdaaa, pero ayudan… e ahí el dilema: odiarlo o darle las gracias…
Los verdaderos caballeros- como lo fue mi padre y lo es mi marido… oooh! milagro de las Alemanias- se meten al barro, pero de esos no hay más, yo creo que ni aquí ni allá. Postulo.
Con este,que me trató amable Y coquetamente, me bastó para recomponer “el tipo” que diría Cleira. Además, su consejo y SUS ÓRDENES al de la manzana fueron fundamentales.
Miércoles, mayo 26, 2010 a 7:33 pm
Ashiku
A mí estas escenas me parecen tan raras que las usaría como ppio. de una película para demostrar-me que fui abducida y me encuentro en otra civilización, en otro planeta. En esa peli, me movería con cierta lentitud en el medio de todo esto, mirando horrorizada y cayendo de a poco en que ya no estoy en mi mundo.
El de la manzana se pasó, lo hubiera puesto con la manzanita en el coco para prácticas de tiro con flecha; pero el tipo colaboró y he aprendido a mirar sólo eso y no el discurso.
La gran diferencia para mí es que no concibo llegar al final de la tarde sola con mi problema. EL de la fotocopiadora me diría de alguien, o él mismo, o un profesor, unos alumnos conocidos por algo. Alguien que me cruce, o el del bar que simpre me sirve café, o alguien cuyos hijos van a algo con la mía,caminando unos minutos por la Universidad encuentro ayuda y así salgo del barro.
Como siempre, insuperable tu escrito, es un transporte virtual.
Miércoles, mayo 26, 2010 a 7:54 pm
Pal
párrafo 1: juajajajaaaaaaaaaaa ay! siii… así pienso yo… miren, miren vean dónde estoy!!! me quedo sin referentes, no entiendo… mi chilena, no entender…
párrafo 2: es que eso es lo que más me confunde, es el quiz del asunto. Es la forma, entonces si una creció con que “lo importante es lo interior”, o “la intención es lo que vale” o “obras son amores y no buenas razones”…como no perdonarle la grosería? OOOOOOOOoooom… OOOoooooooom… (cuesta eso si) OOOOoooom…
párrafo 3: maldita sea! diste en el meollo. Yo ya no veo lo evidente, por estar en esta otra dimensión de la realidad desde hace milenios. Claro! eso es: simplemente una no llega sola al final de la tarde. Y sabes qué es lo peor? qué fue por no pedirle ayuda a mis alumnos!!! Porque como jovencitos casi adolescentes que todavía son, habrían venido en masa. Lo que no quita que habría cementado para siempre mi fama de la profe “alternativa” (ok loca) que ya tengo. Pero NO SE ME OCURRIÓ. Creo que me deben haber dicho: será asimilada, no se resista. Y yo ni escuché.
Por otro lado, no terminé sola, estaban el de la manzana y el caballero aquel.
(Si, ya sé, no es de eso que me estás hablando.)
comentario final: gracias.
Jueves, mayo 27, 2010 a 4:09 am
Ashiku
BUeno, ves, lo de los alumnos es la coincidencia total. Acá y allá, venían en masa. Sólo que acá serías una profe re normal.
Miércoles, mayo 26, 2010 a 8:36 pm
GABU
Juassssssssssssssssssss!!!!!!
Mencanta cuando relatas tus peripecias cotidianas PALUUUUUUU!!!!
P.D.:Mirà,yo solo puedo decirte que de este lado del mundo tooooooooooodo es posible que te pase,menos salir del lodal opCvio… ¬¬?
Y la diferencia màs abismal seguro que serìa que acà el mismito que te ayuda a desencajarte del barro,te afana el auto!!!
jajajajajajjajajaja
BESITOS BICENTENARES ;-)
Miércoles, mayo 26, 2010 a 8:59 pm
Pal
Ay! juajajaja… con uds, si que no paro de reirme!!! qué buena… Si Gabu, esa es la diferencia 3(Coima, Pablo, la compañía, Ashi ) y es cierta, allá al sur como acá se tocan los extremos. Un poco como el chorro que te roba la plata y te tira al vuelo los documentos. Aunque ahora por el lado B de la cordillera, dicen que ya no te los devuelven. Negocio es negocio, pensarán.
Gracias Gabu, muy buen aporte.
Jueves, mayo 27, 2010 a 3:20 am
Sonia
Otra diferencia!
Allá, saliste del barro y zafaste.
Acá, saliste de ESE barro y te metés en otro.
Se comió la manzana el tipo?
Jueves, mayo 27, 2010 a 2:41 pm
Pal
También aceptada esa diferencia.
Y si, claro que se la comió, el problema de las ruedas y el barro era mio, el uso una mano pa la manzana y la otra pa los trapos.
Jueves, mayo 27, 2010 a 9:45 am
Luisa
Ay Pal, no me preguntes lo que ya sabes. Si ésa me pregunta me la hubieras hecho hace menos de 3 años, bien te podría contestado sin tanta amargura e impotencia y casi resignación de que cómo son las cosas tan distintas del otro lado del charco.Nosotros aunque viviendo en México, en Monterrey nos jactábamos de vivir en una ciudad relativamente segura y casi confortable (lo que medianamente bien que se puede vivir en una ciudad de más de 3 millones de habitantes) pero te aseguro que era distinto. ¿Ahora?, la ciudad es rehén del narcotráfico y de sus luchas de poder, todo mal…policía,militares,políticos y cualquier hijo de vecino puede ser motivo de sospecha si se acerca a ti aunque sea para preguntarte la hora. Ahora aunque quieras pararte a ayudar a alguien tirado en una carretera, lo que haces es meter el acelerador y rezar para que no haya barricada y te quedes allí.
Lo pagamos todos, justos por pecadores…pero así es. Hemos ido (o bueno, han, porque yo ya no he sido testigo de eso) hemos ido perdiendo la inocencia y de creer que no todo el mundo es malo…porque lamentablemente hay gente mala, muy mala que no tendrá ninguna consideración si acaso quieren tu carro, tu cartera, tu casa o lo que les salga de las narices.
En fin…
(con lo de la alergia, allí vamos tirando…despacito, pero los índices de polen no comenzarán a disminuir sino hasta la siguiente semana, así que seguimos cuidando de la tribu, gracias por preguntar.)
Jueves, mayo 27, 2010 a 2:43 pm
Pal
Ejejem…disculpa.
Lo peor es que son la minoría!!! te lo aseguro, no es la mayoría la que quiere o vive de eso. Pero la mayoría no encontramos como salir de esa.
Jueves, mayo 27, 2010 a 1:33 pm
Nicté Kono
(no te hisciste esperar demasiado, que bueno)
Parece que ya eres una chica grande que puede resolver sus problemas sola… pero que suerte que hayas encontrado un caballero dispuesto a ayudar.
Jueves, mayo 27, 2010 a 2:45 pm
Pal
Si, Nicte. Eso creí yo… pero después llegó Ashi y pensé que parte de resolver cosas es saber pedir ayuda… y ahí quedé.
Y en Japón? aparece alguien a ayudarte? se mete hasta el vecino a decirte que hacer?
Viernes, mayo 28, 2010 a 5:58 pm
Laura
Muy buen post, casi creo que vi hasta el color exacto de la manzana! y los comentarios no se quedan atrás.
Me quedé pensando en qué habria hecho yo. YYY creo que en primer lugar ni loca me lleno de barro, me voy a mi casa en taxi, remís y chau auto.
La segunda opción, hubiera sido llamar al service mecánico, a mi papá (ay…), a mi hermano o a un amigo!
A vos nunca se te hubiera ocurrido llamar a tu marido??
Y yo que me creia tan independiente!
Viernes, mayo 28, 2010 a 11:15 pm
Pal
Vuelta a casa en taxi: 30 € tai loca!
Vuelta en bus y tren: 1 hora o más y el auto varado en la ciudad del lado. No!
Lo mismo en caso de llamar a mi marido, pero en la otra dirección. A no ser que le pidiera el auto de un amigo… y si es que lo encontraba y etc…
Y yo esperar 1 hora cuando puedo solucionarlo sola? No!
Lo del servicio mecánico podría ser, pero me daba vergüenza llamar una grua paque me sacara del barro… no será cómo mucho Lucho? díjeme…
bue, salí. No muy elegantemente, pero sali.