Para Chiara
Qué hacía yo invitando a Heidi a la peluquería ?
Ella nunca jamás haría una cola tan larga para aprovechar una oferta de nada que tuviera que ver con peluquerías o con estética.
No es que fuera militante de lo natural hasta el horror, sino que su actitud tenía que ver con el tiempo de su vida que cada uno cree que debe emplear para cada cosa.
Ella había decidido hace mucho tiempo que, de su vida, no era una gran proporción la que iba a invertir en ese tipo de cosas.
Decidió.
La misma vida se encargó de mostrarnos a todos que ella tenía toda la razón.
Cuando le sacaron el pecho le pregunté si se haría cirugía plástica de reconstrucción y me contestó que como nada, nada, nada volvería a ser igual, ni siquiera era capaz de pensar en la posibilidad de una cirugía.
Otra cirugía.
No había nada posible de reconstruir.
Decidió.
Las cirugías que vinieron fueron varias.
Entonces, repito: Qué hacía yo con Heidi en la cola de una peluquería?
Hay cosas que te hacen sospechar que estás soñando.
Lo lógico era que, sintiéndolo mucho, se diera media vuelta y me dejara a mi sola en la cola con mis ilusiones de conseguir manicura, corte de pelo y limpieza de cutis por dos pesos.
Esa fue la parte lógica del sueño.
Dos personas distintas, dos amigas que se quieren.
Cuando salió por la puerta de la peluquería pensé que tal vez pasaría un tiempo largo antes de volver a verla, pensé que mejor dejaba la cola de la peluquería y que corría tras ella para tener la oportunidad de decirle adiós.
Decidí.
Y desde las escalinatas del salón de belleza, la vi irse caminando rodeada de unos seres chiquitos que caminaban a su alrededor, que le ponían o sacaban piedras del camino, que le barrían el suelo por donde pasaba o se lo llenaban de basura, siempre al ritmo del caminar de Heidi, siempre allí, atentos a cada movimiento, como una nube a su alrededor. Sin tomarse pausas en su trabajo, sin distraerse, con la atención constantemente puesta en Heidi.
Supe que siempre habían estado allí, aunque yo no fuera capaz de verlos hasta ese momento.
Uno de ellos se concentraba en que ella sostuviera en su mano un paquete.
Atento a cada posible caída, lo arreglaba de nuevo, lo equilibraba en su mano derecha. Trataba de intervenir lo menos posible, dándole un empujoncito pero también sosteniéndolo directamente si era necesario, dejando que Heidi lo llevara sola, pero impidiendo que se cayera o que ella lo dejara caer. Era su trabajo.
Cuando la llamé por su nombre, se giró y me miró. No me salió una despedida, lo que tenía era una pregunta:
Es así? Heidi. No importa lo que hagamos? Es así?
Ella se miró la mano y asintió con la cabeza, me miró con sus ojos azules y desde su figura delicada de los últimos años, llena de compasión por mi, me dijo que si.
Cada cuál tiene su paquete? Y la enfermedad es el tuyo? Pregunté.
Volvió a decir que si con la cabeza.
Como siempre que ella me miraba de esa manera pensé en qué estaría pensando sobre mi y mi descubrimiento, pero como siempre después de esa mirada, no pregunté más. Hay cosas de las que hay que enterarse de a una, más no entenderíamos o el otro no nos lo va a decir, o peor, no tenemos el derecho a preguntar.
Pero yo sé que ella vino a darme la oportunidad de entender que existe ese grado de libertad que te da el saber que no importa lo que hagas, ciertas cosas son parte de tu destino. Nada es tan importante, tan errado, tan acertado, tan bueno o tan malo como para que te salves de el. Lo único que podemos hacer es vivir (o no).Volvió solo para decírmelo y sería una injusticia con Heidi no reconocérselo.
La abracé y le dije adiós. Ella me dijo adiós, se volvió y siguió su camino, el de ella, el que la llevaba desde el suelo asfaltado de esa ciudad llena de cerros, hacia arriba, arriba. Todavía la veo subir caminando por entre las nubes, rodeada de su destino.
Y yo me quedé acá con el mío.
18 comentarios
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Sábado, septiembre 4, 2010 a 2:40 pm
Nicte Kono
muy bien escrito Pal.
Domingo, septiembre 5, 2010 a 2:28 pm
Pal
:) gracias Nicte
Sábado, septiembre 4, 2010 a 3:51 pm
GABU
“…existe ese grado de libertad que te da el saber que no importa lo que hagas, ciertas cosas son parte de tu destino. Nada es tan importante, tan errado, tan acertado, tan bueno o tan malo como para que te salves de el. Lo único que podemos hacer es vivir (o no)…”
Y asì es nomàs…
P.D.:La capacidad de elecciòn es intrìnseca a cada uno de nosotros en este mundo…
BESITOS PALI
Domingo, septiembre 5, 2010 a 2:29 pm
Pal
Si, pero lo abrumador es que hay cosas que da lo mismo lo que decidas, a mi eso me da paz… aunque parezca una brutalidad.
Sábado, septiembre 4, 2010 a 10:44 pm
Laviga
Comparto el comentario de Nicte.
(y ahora la parte del “a mí una vez…”)
Cuando en los sueños me surge la sospecha, no hay modo. Siempre me despierto.
Domingo, septiembre 5, 2010 a 2:30 pm
Pal
Yo también despierto, por eso me parece tan divertido que en esta ocasión no dudé cuando había para despertarse al inicio.
Domingo, septiembre 5, 2010 a 10:31 am
Juan
Precioso homenaje. Así es. Cada quién lleva su paquete. Quizás lo importante no es lo que se tiene(esto ya es inapelable), sino la manera de afrontarlo. Es ahí donde podemos hacer grandes cambios. DOnde podemos decidir y ser libres.
Domingo, septiembre 5, 2010 a 2:35 pm
Pal
Gracias Juanucho. Y lo del paquete si. claro.
Pero la sensación, lo que el sueño me marcó a fuego fue más bien la futilidad, la falta de importancia que tienen nuestras luchas contra lo que venga.
Ya sé que hay veces que debes luchar, pero pocas veces lo hacemos sabiendo que lo haces por ti mismo, por ser feliz. No por cambiar tu destino último. El contexto es otro.
Comprar casa? estudiar chino?
Digo, se vive sistinto si se sabe de veras que nos vamos a morir. O no?
Hay tantas cosas que “decidimos” y que nos cuesta tanto “decidir” y al final…
Lunes, septiembre 6, 2010 a 1:15 pm
Ashiku
Qué hermosos sueño, Pal, qué terapéutico.
Lunes, septiembre 6, 2010 a 11:17 pm
Pal
cierto.
Yo por eso estoy segura que es cosa de escuchar, en elgún momento te dicen cosas y una siempre sabe cuando son importantes. Bueno, el mérito es de Heidi.
Martes, septiembre 7, 2010 a 1:41 pm
Luisa
A veces nuestra propia carga no es tan pesada ni tan difícil como la ven los demás, ¿o es negación?, ¿No te ha pasado eso a ti alguna vez?.
Me tocó la historia.
Beso
Martes, septiembre 7, 2010 a 3:17 pm
Pal
Miles de veces.
Como dice mi hermana, “pero si yo no quiero que me salven.” Cuando aparecen los que te quieren liberar, por ejemplo, de acostar a tu hijo o darle la cena.
Me recuerdas que yo pedía que viniera alguien el que fuera, para poder bañarme o simplemente pensar, cuando Adri estaba recién nacido y que muchas veces, como yo no salía de casa y dejaba al niño sino que aprovechaba los brazos y la cabeza libres para no hacer nada, pues el “voluntario/a” se iba!!! juas!
Ayudar a otro es pensar en que le vas a dar y dárselo, sin condiciones. Eso aprendí de esa época.
También me recuerdas esas épocas en que te compadecen aunque tu estés para solidaridades y no para compasiones. Tengo una vecina con un hijo con mucovisidosis que no aguanta que le vengan a compadecer. La entiendo. Ese hijo es su alegría! y los pelotudos la compadecen! Si, la enfermedad es una putada, como no, pero eso es otra cosa. (A parte que parecerá horrendo, pero hay casos peores. Acá su promedio de vida es de más de 50 años, en Chile, creo que de 5. Y a quién compadecemos ahora? y cómo cuánto?)
Pero este escrito va de esas cosas inmensas que nadie puede decidir, que nos caen porque somos seres humanos y nos tocan. Las enfermedades son un ejemplo, pero hay más cosas, estoy segura. Punto.
Miércoles, septiembre 8, 2010 a 8:49 am
Lu
Claro, por eso decía yo que tu amiga iba más allá de su propia enfermedad…de la visión que pudiesen tener de ella o de la ayuda que pudiera proporcionarle.
y ya lo dijiste tú tan bien dicho: “..Hay cosas de las que hay que enterarse de a una, más no entenderíamos o el otro no nos lo va a decir, o peor, no tenemos el derecho a preguntar…”
Me encantó tu hermana: pero si yo no quiero que me salven! jajaja..ídola.
Miércoles, septiembre 8, 2010 a 10:29 am
Pal
Si, mi hermana es una vdm …
Jueves, septiembre 9, 2010 a 8:50 pm
Ashiku
O cuando te quieren consolar de algo de lo que no te estás quejando, porque ya lo asumiste solo. Y te buscan, te quieren sacar el tema, a mí me aterroriza esa gente, les escapo, porque parece que quieren que dramatice las cosas y yo soy desdramatizadora total… Es verdad, aprendimos con Heidi.
Viernes, septiembre 10, 2010 a 8:43 am
Pal
Terrible! Y muchas veces lo logran, es lo peor. Porque ahí estaba una ya con la carga arregladita y viene el otro a zamarreartela. Qué pesaditos.
Me acuerdo de algo liviano también, de una que me daba el pésame por un novio con el que había roto hacía décadas o milenios, siempre que me veía, anduviera yo con uno nuevo o no. HORROR. Y yo siempre quedaba mal, porque, qué respondes en un caso así?
Jueves, septiembre 9, 2010 a 11:32 pm
Guada
Yo siempre he creido que todos tenemos un destino. No de manera catastrófica, no como esa gente que se rebela ante la idea de estar siguiendo huellas trazadas de antemano si no en el sentido de que esto ya sucedió una vez – dicen… algunos, no me pida nombres, que el universo una vez que termina de expandirse vuelve a contraerse hasta que no da mas y estalla nuevamente, y todo vuelve a suceder – y que si alguien lo viera desde arriba vería el camino que tengo que seguir… No me molesta, el camino sigue siendo mi camino y es como es porque es lo que yo he hecho de él.
Me gustó tu versión narrada de tu sueño. Es bueno cuando los amigos nos visitan…
Viernes, septiembre 10, 2010 a 8:44 am
Pal
Eso, creo yo también Guada. Algunas cosas son ineludibles, pero como hagas el camino hasta ellas o desde ellas, eso ya es cosa de cada cual.