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Un pelambre es una historia que solo se cuenta por el placer morboso de mirar en la caca ajena. Yo tengo un pelambre sobre Vargas Llosa.
Resulta que en Alemania este paradigma de la libertad era editado en Suhrkamp, hasta que se supo hace poco y después de que se le otrogara el Nobel, que su próximo libro sería editado por otro de las famosas casas editoriales: Rowohl.

Pero a Varguitas no se le ocurrió nada mejor – Bussines is usual- declarar que era solo una alternativa que se había tomado. (Reconozco que las palabras textuales no las conozco, porque de esto me enteré por el diario) pero que sus negocios no estaban cerrados con Suhrkamp.

Ayayayayay! Cosas que se atreve a decir un premio Nobel el año en que se lo sacó, porque ¿quién se quiere perder el negocio de editar la última de sus novelas el año de los años? ¿Ah?

Error. Los seres humanos no se guían por la racionalidad tu pagas-yo vendo, no se guían pensando que los mercados son racionales o productores de racionalidad, o de libertad, jejejeje…si no las bolsas no sufrirían con los ataques de pánico, y el libremercado sería una realidad y no habría discuciones sobre la eficiencia de la empresa privada japonesa en su gestión de las centrales nucleares.

Bueno, como decía antes de iniciar mis alegatos de siempre, el caballero director de la editorial Rowohlt le preguntó que quería decir mesié con esa salida, y parece que no le contestaron lo que a él le interesaba y simplemente anunció que NO SE EDITABA EN SU EDITORIAL EL LIBRO.

Es que este editor, hijo del editor del Frankfurter Allgemeine Zeitung y que ya había tenido su propia editorial, Alexander Fest, se puede dar el lujo de guiar sus negocios -y los que les ponen en las manos- con crisis y todo por amor al arte en el mejor de los sentidos.
Simplemente dijo que no trabajaba con ningún autor que no estuviera interesado en trabajar con su editorial.
No todos hacen negocios, algunos trabajan, producen y crean.
Sonaste Vargas Llosa, a ganar plata en otro lado, y honores, lo que se dice honores no ganaste por acá.

ps: me encanta Vargas Llosa, es una de las cosas más raras para mi el entender que alguien escriba de peversión y marginalidad de la forma que el lo hace y no estar con esa gente después que termina de escribir un libro. Bueno, por lo menos hace su trabajo, que ya es mucho.

Mi marido que es de la generación de los europeos de Chernobil me dice que con la contaminación actual reconocida oficialmente en Tokio-1000 veces por sobre el límite de radioctividad permitida- lo que salva son los vientos.
Y a mi esto me recuerda Libia.

Si, porque en esa época, la del accidente de Chernobil, EEUU y la Unión Europea hicieron un escándalo mayúsculo mientras la Unión soviética se callaba.

El accidente de Chernobil fue conocido en «occidente» cuando los Suecos midieron altos niveles de radioactividad en su país y sacaron las conclusiones correspondientes.
Esa desconfianza en la información imperialista -si, le llamo así y no me arrugo- a veces nos hace, como tercer mundistas, más daño que beneficio. Y de paso, dañamos a otros y a nuestras propias metas.

Así como se puede hablar de que una política antinuclear consecuente NUNCA fue interés de los gobiernos estadounidenses, ni de cara a su pueblo, ni de cara a los ajenos, también se puede hablar de como sacaron «provecho» político del accidente. Por su parte, los soviéticos, hubieran preferido no hablar de eso, impidiendo así la prevención de daños en el resto del mundo y en su propio país.

Además, la polítca de apoyo que LE DIMOS, los tercermundistas ANTI-Imperialistas, con nuestros: «todo es mentira del imperialismo norteamericano», «que se callen, porque ellos son los primeros en utilizar la energía nuclear de forma irresponsable», o «lo que quieren es debilitar a un país que no es de su órbita», impidieron y obstaculizaron una serie de posibles medidas políticas a posteriori, como el pedir el fin de la construcción de centrales nucleares en el mundo y en especial parar el uso de esta en países con inestabilidad política, Irán y Libia, por ejemplo – aquí además, los tercermundistas argüíamos que se nos mantenía alejados de forma poco democrática del avance científico– y así nos uníamos a la más rancia derecha europea y ayudábamos a torpedear el cambio a otro tipo de energía en países como Alemania, que pueden permitírselo YA. Cosa que nos beneficia a todos.
Ya sé que ese argumento fue usado para invadir Irak. No quita que si me preguntan si quiero que los alemanes les vendan armas nucleares al Irak de aquellas épocas o al actual, Iran o Libia, YO esté en desacuerdo, como toda la izquierda alemana.
Ni pizca de «solidaridad internacional».

La derecha en el gobierno alemán actual está tratando de evitar el cumplimiento del acuerdo firmado por el pasado gobierno socialdemócrata-verde de cierre de las centrales nucleares productoras de energía eléctrica, a ver que dicen los de la derecha sobre la mentada «limpieza» de este tipo de energía ahora que tenemos la bomba de tiempo en Tokio. Nosotros, los de izquierda, cuando nos tocó hace 25 años atrás y frente a Chernobyl, ya aullamos: todas exageraciones imperialistas. (Me incluyo)

Por eso, no llamo a creerle al imperialismo norteamericano con su costumbre de manipular las noticias, si no que llamo a no aliarnos en esta vuelta con dictadores, dictadorcillos y tiranuelos a los que hace rato tampoco les importa su pueblo, o por lo menos nunca más que su propia familia siempre en puestos de influencia e importancia. ¿Casualidad?
Nosotros que sospechamos de todo, ¿por qué de estos no? Bueno, porque en algo hay que creer. Otra cosa no se me ocurre.

Ya sé que esto es más dificil que apoyar ciegamente a todo aquél que esté como nosotros en una lucha contra el poder hegemónico de EEUU, pero estos «otros» son gente que también nos manipula simplemente diciendo lo que todos los de su calaña dicen: después de mi, el fin del mundo.
Además, no están por por la liberación, la paz y el desarrollo de nuestros pueblos.

Estados Unidos y occidente quieren precios bajos para el petróleo de la región. De hecho, mi periódico lo dice claro, la pregunta para ellos es: ¿Qué nos encarece más la bencina, una democracia o una dictadura?
Hasta ahora EEUU apuesta a las dictaduras, porque no nos contemos historias, miren a los de la liga árabe y muéstrenme un demócrata.(A parte que la liga es un invento de los ingleses cuando les tocó ser hegemón y qué vamos a esperar de ellos). Muchos de nosotros, los del otro lado, los de abajo y a la izquierda, parecemos preguntarnos constantemente: ¿Qué es peor para el imperialismo? Y lo demás que lo resuelvan los libios, que se frieguen, pero solos, siempre y cuando sea INconveniente para EEUU lo que quieren, si no, mejor que se queden como están. ¡Justo lo que quisieran los gringos pero al revés!
Flor de solidaridad internacional.

Nosotros que lo hemos vivido, esto de estar entre los gringos y la democracia de mierda o «democracia» a media asta, es nuestra responsabilidad contar la historia. O el pedacito que llegamos a vislumbrar de ella.

No a las centrales nucleares, y no es que quiera HidroAysén. No a Gaddafi, y no es que esté pidiendo la intervención militar estadounidénse en Libia. Déjenme ser dueña por lo menos de mis propias palabras y mis pensamientos.

Y dejo los NO hasta acá, aunque se me ocurren un par más. Lamentablemente.

Y SI A LAS ENERGÌAS RENOVABLES Y LIMPIAS y a pensar en todas las formas de lucha y no en una sola: «lo que ellos quieren, seguro no me conviene»
Yo creo que por ahí empiezan las revoluciones, permitiéndose pensarlas.

Esto me lo mostró hoy un amigo, Christiano.
Pero no solo porque me produjo mucha risa, lo publico, si no porque es un buen aporte a una conversación que por estos lados blogueriles siempre aparece y reaparece, y estoy segura volverá y volverá.

(Acuérdense de la definición de neurósis: «De tanto miedo a no ser, no ser.»)

Sacando la cuenta, esta escena la leí por primera vez con 10 años. Me impresionó tanto que nunca la olvidé.

Con el paso del tiempo y la llegada de la adolescencia, supongo, llegué a entenderla mejor de lo que me habría gustado, por lo que tiene de soledad y de realidad despiadada.

Se conjuga, supongo, con el hecho de que mi madre me enseñó lo difícil que es tener amigos de verdad, porque es un trabajo, un esfuerzo, una suerte y una cosa que solo aclara el tiempo. Entonces: tiempo, aptitudes, ganas y paciencia.

Se hizo más importante, supongo, cuando me di cuenta por vivir en otro lado, lo que se agradece que no te traten como si te conocieran por ser lo que eres, extranjera, chilena, mujer, de izquierda, politóloga, etc.

Y yo trato de pagar igual, no me dejo ir con los alemanes, los hombres, los políticos… y si lo hago, me remito lo más que puedo a la utilidad de esta clasificación sin olvidarme de que es injusta y nunca acorde al ser humano que aplana. Las uso lo menos posible, que ya es mucho más de lo que quisiera.

Aunque sea necesario para eliminar una carencia social, por ejemplo, sé que la discriminación positiva, es eso, discriminación. Para mi gusto- la política es cosa de gusto- necesaria, muy necesaria, pero no justa. Se comete una injusticia para reparar otra. Un intento.

Y todo esto a partir de la escena de Hamlet, que con los años me volvió el caramillo en caramaggio (??!!?), y de una flauta a un laúd, que convirtió al interlocutor del Príncipe en el padre de Ofelia, y no, resulta que era otro, un amigo de Hamlet.

Todo esto con esta escena, porque de lo que no me olvidé nunca es de lo que significa comparar a un ser humano, por lo menos, con un instrumento, cuando se trata de respetar su derecho a ser el misterio que somos unos para otros.

Todos quieren saber que le pasa a Hamlet, pero rápido, en dos líneas. Y están seguros de poder entender de que se trata lo que le pasa, en cuanto él se los diga.

En eso somos todos iguales, nadie tiene derecho a pretender saber quienes somos mediante un par de etiquetas o preguntas con o sin nuestras respuestas. Somos más, solo por el hecho de ser personas.

La escena es así:

Hamlet le da el instrumento que lleva en las manos, un caramillo, a quien le acaba de preguntar que le pasa. Le ha pedido que se confíe a él y el príncipe por toda respuesta le pide que le toque algo con el caramillo. No puedo mi príncipe, le responde, no sé tocar ese instrumento.

«Pues ¡Ved ahora qué indigna criatura hacéis de mí! Queréis tañerme; tratáis de aparentar que conocéis mis registros; intentáis arrancarme lo más íntimo de mis secretos, pretendéis sondearme, haciendo que emita desde la nota más grave hasta la más aguda de mi diapasón; y habiendo tanta abundancia de música y tan excelente voz en este pequeño órgano, vos, sin embargo, no podéis hacerle hablar. ¡Vive Dios! ¿Pensáis que soy más fácil de tocar que un caramillo? Tomadme por el instrumento que mejor os plazca, y por mucho que me trasteéis, os aseguro que no conseguiréis sacar de mí sonido alguno.»

Hamlet, Acto III, Escena 2

Lo peor de que las amigas del barrio nos lean el blos, no es el hecho, sino que después nos mandan al mail los comentarios y a veces valen la pena su publicación.

Yo comparto con ud. lo que Z. me mandó esta vez.

Ella, como siempre, poetica.